Lee esto que leí una vez. Lo importante de la fiesta es el motivo. La comida es un modo de dar realce, una excusa para reunirse, hablar y disfrutar. Nada debe quitar protagonismo al esplendor de la fiesta: la comida lo subraya, no lo apantalla. Por eso, la persona que la hace debe unir a sus muchas virtudes una más: que no parezca que se ha dejado la vida en el esfuerzo, que le ha supuesto una sobrecarga o que se sienta a la mesa desvencijada por el esfuerzo o en tensión. Así que hay que plantearse disfrutar: en los preparativos y en el desarrollo del evento... ¡por si fuera poco!
Aperitivos: jamón, embutidos... quesos, patés, mariscos, canapés, cosas de picar, etc.
Entrada: puede ser una crema o sopa. Verduras, ensaladas...
Primer plato: no siempre hay que ponerlo, puede sustituirlo la entrada, o el aperitivo. Timbales, tartaletas o flanes o incluso un plato de huevos.
Plato principal suele ser un plato de carne o de pescado y de guarnición patatas, champiñones, verduras, frutas... o a veces algo que más que acompañar es un mero adorno.
El postre algo de repostería dulce, helado, frutas preparadas con salsa...
Como idea te voy a contar lo que voy a poner el próximo día de fiesta:
De aperitivo unos canapés de salmón que he marinado en casa. De primer plato patatas rellenas con gambas peladas y aguacate. De segundo plato chuletillas de cordero con ensalada de escarola y granada y de postre como estamos en época de fresas, éstas, con abundante nata montada.
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